La Naturaleza acopla.


En 1937, el célebre biólogo Jean Marie Se fini se adentró en lo más recondito del Amazonas buscando nuevas variantes de plantas, que pudiera usar en sus investigaciones especializadas en la cura de las fiebres tifoideas. 
Según relata en su biográfia "Yo, las plantas y los Virus (Memorias de un bostezo)", su equipo se vio sobresaltado por un singular ruido que conforme iba a más, les provocaba angustia, terror y cierto reconcome. 
Inquietados por el origen del sonido, se adentraron en un valle de no muy exagerado tamaño, donde descubrieron una colonia de Cucumanyos. 
De aspecto singular pero impactante, lo más impresionante su apariencia, sino la manera de emitir un sonido similar al de las radios de la época cuando sufrían interferencias, similar a lo que conocemos por acople. 
Ni que decir tiene que en el viaje de vuelta, varias decenas de ejemplares viajaron hasta los EEUU. 

Una vez allí, su investigación coincidió con la eclosión de un nuevo estilo de música que sacudiría los cimientos del orden establecido: el rock. 
¿Como llegaron los Cucumanyos a tan depravado mundo? Nadie lo sabe, pero hay pruebas evidentes de su uso en locales de blues de Chicago y del resto del país. 
Al descubrir que el Cucumanyo reaccionaba ante determinados estímulos musicales y frecuencias endiabladamente altas, el animal se convirtió en reclamo para los músicos más extravagantes y osados, cosa que se agravaría en años posteriores con los precursores de los nuevos sonidos, como Hendrix, Page, Beck,  etc. 

Si bien no había ley que lo legislara, al advertir que el cucumanyo directamente explotaba ante su sobreuso en directo, muchos de estos músicos lo empleaban a escondidas, camuflándolos en cajetines y vendiendo la historia como el uso del Theremin. 
Puede un theremin sangrar? eso pensaron los defensores de los animales quienes poco a poco consiguieron que los Cucumanyos no volvieran a estar en un escenario, y proteger así la especie. 

Hoy por hoy, el Cucumanyo vive en su habitat, protegido por su entorno natural y una docena de gorilas albinos entrenados para su defensa y un insaciable apetito sexual. 
Quedan pocos, son un bien que hay que proteger . 
La madre naturaleza acopla. 

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